El proceso de envejecimiento celular empieza en la edad adulta temprana: ¿Cómo podemos ralentizarlo?
Conoce las claves del envejecimiento: inmunosenescencia e inflammaging. Además, te explicamos la importancia de la vitamina D para ayudar a ralentizar estos procesos y mejorar la salud.
¿Qué es el envejecimiento celular?
El proceso de envejecimiento empieza en la edad adulta temprana y continua durante toda la vida. Este proceso se caracteriza por un declive gradual de la función molecular y celular en todos los tejidos y órganos del cuerpo. Este declive termina produciendo una peor funcionalidad y mayor susceptibilidad de padecer diversas enfermedades [1-2].
Hay 2 elementos centrales del proceso de envejecimiento
La investigación para entender el envejecimiento ha cobrado gran importancia en los últimos años y, son varias las empresas que estudian posibles maneras de ralentizar o incluso revertir el envejecimiento.
Estas investigaciones han ido arrojando luz sobre los procesos molecular y celulares que se producen ya desde la edad adulta.
Dos de estos procesos han despertado un gran interés, ya que parecen estar en el centro causante del envejecimiento: inmunosenescencia e inflammaging [1].
Inmunosenescencia
Como su nombre indica, se trata de la senescencia (envejecimiento) del sistema inmune y es considerado el primer paso hacia el envejecimiento.
Durante el envejecimiento, las células del sistema inmune se van haciendo menos competentes y menos eficaces para detectar y combatir las amenazas externas e internas, tales como virus, bacterias, hongos o incluso células tumorales.
Hace 40 años, se empezó a entender cómo se produce el envejecimiento del sistema inmune innato (aquel que responde más rápido ante las amenazas), y desde entonces, se ha hecho evidente que el envejecimiento también afecta al sistema inmune adaptativo (aquel que se encarga de producir anticuerpos, entre otras cosas) [3].
Todos los estudios realizados desde entonces, han identificado los cambios y efectos que la edad va produciendo en el sistema inmune innato y adaptativo. Se ha observado, por ejemplo, que:
Los neutrófilos, células especializadas que identifican y eliminan rápidamente sustancias extrañas, son menos eficientes [4].
Los macrófagos, células específicas del sistema inmune, producen menos citocinas inflamatorias [5].
Las células B producen menos anticuerpos [6].
El resultado final de todos estos cambios es que el sistema inmune es menos eficaz frente a las amenazas, menos "ágil" a la hora de detectar y combatir los patógenos y menos capaz de producir anticuerpos o respuestas celulares frente a infecciones.
En consecuencia, a medida que la inmunosenescencia avanza con la edad, las personas se hacen más susceptibles a las infecciones y al cáncer [7].
Pero además de todos estos efectos, la inmunosenescencia genera también una mayor liberación de sustancias inflamatorias (llamadas citocinas proinflamatorias), lo que favorece un estado de inflamación continua en el organismo, que también resulta perjudicial y dañino.
Inflammaging
Este elemento, junto a la inmunosenescencia, está en el núcleo central del proceso de envejecimiento.
El concepto de inflammaging define un estado de permanente inflamación leve en el organismo, causado en parte por la inmunosenescencia, pero también por otros elementos asociados al envejecimiento [8].
Este concepto se definió en el año 2000 por el Prof. Franceschi al tratar de explicar de forma profunda los fenómenos que se asocian al envejecimiento y desde entonces ha sido uno de los conceptos más aceptados por los expertos en envejecimiento [9].
Durante los últimos años, los investigadores han visto que este fenómeno de inflamación leve crónica debe ser combatido si se quiere parar, ralentizar o ¨curar¨ el envejecimiento.
Varios autores consideran que, el inflammaging y la inmunosenescencia son dos caras de una misma moneda, de forma que los factores producidos por el inflammaging provocan inmunosenescencia y los factores que producen la inmunosenescencia contribuyen al mantenimiento del inflammaging [3].
Factores que contribuyen a la inmunosenescencia y el inflammaging
Varios factores pueden aumentar o acelerar la inmunosenescencia y el inflammaging. Por ejemplo, los estilos de vida sedentarios, el consumo de alimentos que generan inflamación o el conocido estrés oxidativo aceleran la inmunosenescencia y el inflammaging. También hay factores genéticos (que no podemos modificar) o factores ambientales que pueden contribuir a estos procesos.

El estrés oxidativo es un desequilibrio entre los radicales libres y los antioxidantes en el cuerpo, lo que puede dañar las células. Parece ser uno de los factores más importantes en el envejecimiento, y algunos autores hablan ya del concepto ¨oxi-inflamm-aging¨ queriendo denotar el relevante papel que tiene el estrés oxidativo en el envejecimiento [1,10].
El exceso de peso y la obesidad también han sido descritos como factores de envejecimiento, ya que el tejido adiposo (también conocido como tejido graso) que se va acumulando con la obesidad favorece la producción de sustancia proinflamatorias. Esto promueve la disfunción metabólica, la aparición de enfermedades cardiovasculares y el inflammaging [1].
Cosas que podemos hacer para ralentizar el envejecimiento
De todo lo expuesto hasta ahora, queda claro que tenemos en nuestra mano reducir la inmunosenescencia y el inflammaging para intentar ralentizar el envejecimiento. En concreto, podemos [11-15]:
Evitar sustancias nocivas como el tabaco.
Evitar el sobrepeso y la obesidad.
Evitar la vida sedentaria.
Evitar la contaminación.
Favorecer alimentos antioxidantes.
Fortalecer el sistema inmune mediante la nutrición.
La vitamina D te ayuda a fortalecer el sistema inmune.
Los estudios han demostrado que la vitamina D (VD) puede tener un papel positivo en la ralentización del envejecimiento, ya que actúa a nivel celular y molecular sobre dos pilares:
Favoreciendo el funcionamiento correcto del sistema inmune.
Favoreciendo la liberación de sustancias antiinflamatorias y reduciendo la oxidación.

De hecho, varios estudios han demostrado que la deficiencia de VD es un factor de riesgo que acelera el envejecimiento.
La deficiencia de VD se ha asociado a un aumento del riesgo de desarrollar diversas patologías, como enfermedades neurológicas, cáncer, obesidad, diabetes, síndrome metabólico, enfermedad cardiovascular, enfermedad autoinmune, infecciones, entre otras.

Los investigadores han estudiado también el papel que tiene la VD en los procesos de envejecimiento, concluyendo que la VD puede ser esencial para el mantenimiento del equilibrio durante el envejecimiento y que su deficiencia acelera su progresión.
Según un estudio de Gómez-Oliva, existe un proceso de retroalimentación positiva entre la deficiencia de VD y el envejecimiento, es decir, el envejecimiento provoca más deficiencia de VD y la deficiencia de VD acelera el envejecimiento [16].

En varios modelos animales se ha visto que aquellos que no pueden utilizar VD tienen una vida más corta, más enfermedades y un envejecimiento más acelerado, mientras que la esperanza de vida en los tratados con VD fue hasta 5 veces más larga [17].
Existe abundante evidencia de que la VD actúa a nivel molecular y celular en los llamados efectos pleiotrópicos (capacidad de esta vitamina para influir en múltiples funciones y sistemas del cuerpo) de la VD en la senescencia celular.
Todos esto es el resultado de dos de sus efectos:
Favorece el correcto funcionamiento del sistema inmune.
Favorece la liberación de sustancias antiinflamatorias y reduce las proinflamatorias y la oxidación.
El papel de la VD como inmunomodulador está respaldado por la evidencia científica tanto en enfermedades autoinmunes (como la esclerosis múltiple, donde se recomienda mantener niveles óptimos) como enfermedades infecciosas [3].
La VD favorece la antiinflamación al reducirse la liberación de citocinas proinflamatorias y favorece el perfil antiinflamatorio.
También está bien descrito el papel antioxidante de la VD al interactuar con los radicales libres [1].
Conclusión
El proceso de envejecimiento depende de muchos factores, pero hay dos procesos que pueden acelerarlo o ralentizarlo: la inmunosenescencia y el inflammaging. Ambos procesos son dos caras de la misma moneda y pueden verse afectados por nuestras decisiones de estilo de vida: dieta, ejercicio, consumo de sustancias nocivas, contaminación, etc.
La VD es uno de los nutrientes que más se ha estudiado en el envejecimiento, demostrándose que su deficiencia acelera este proceso y la presencia de enfermedades asociadas con la edad. Esta vitamina actúa a nivel celular y molecular sobre los dos pilares del envejecimiento: favoreciendo el correcto funcionamiento del sistema inmune y favoreciendo el perfil antiinflamatorio.
Por lo tanto, mantener unos niveles óptimos de VD podría ayudarnos a mantener un mejor estado de salud a medida que avanzamos en edad.
Debemos empezar pronto a tomar medidas, ya que el envejecimiento de las células comienza en edades en torno a los 30 años. Un buen estilo de vida, nutrición antioxidante, actividad diaria, evitar sustancias tóxicas y buenos niveles de VD pueden ser de gran ayuda.
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BIBLIOGRAFÍA
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